Inmensas extensiones de tierra fueron adquiridas a bajo precio por Ia CAFE (CompañÃa Americana de Fomento Económico), en el Paraguay durante los primeros años de Ia década del 50. Las mismas estaban ubicadas en el Departamento del Amambay.
Los trabajos comenzaron en forma auspiciosa, Ias inversiones eran millonarias, según los directivos de Ia misma empresa. Se cultivaron hectáreas de cafeto, se talaron parte de los bosques, se construyeron campamentos y pequeñas villas, y comenzaron las contrataciones de  personal para las distintas tareas, desde las de oficinas hasta las manuales en las plantaciones.
Para Ia zona norte, que en aquellos años estaba viviendo sus peores momentos de languidez económica, aquella empresa era una salida a tal estado de cosas, y se inició un verdadero éxodo hacia la picada Chirigüelo, en donde se habÃan Instalado Ias principales oficinas y los cultivos de Ia CAFE.
Al mismo tiempo se iniciaba, a nivel internacional, una nutrida campaña para atraer a Inversores de distintos orÃgenes. Se colocó Ia piedra fundamental de una ciudad maravillosa—según los planos y proyectos—, y se vendieron terrenos para los que quisieran ser afortunados vecinos de tal paraÃso de frescura y verdor en pleno trópico, con riachos y cascadas, plantas tÃpicas de gran belleza y un clima inigualable.
"Ciudad de Aquidabán", ciudad de reposo, la Cordoba - la Petropolis Paraguaya.Â
En la ocasión de colocarse la piedra fundamental de la “Ciudad de Aquidabanâ€, ciduad surgida en la selva virgen en la vecindad de los cafetales, en los cerros de la nacientes del legentario rio Aquidaban. El fundador de la misma Mr. Clarence Johnson, fue saludado como nuevo colonizador cuya efigie debiera perpetuarse en un monumento. Se hizo esculpir un busto, el cual hoy se encuentra en el Museo Regional de Amambay, en Pedro Juan caballero.
El plano de la “Ciudad de Aquidabán†o “Ciudad maravillosaâ€, como lo llamaban otros, estaba a 20 kilometros de Pedro Juan Caballero, a 200 kilometros de Concepción, a una hora y media de vuelo a Asunción, con un clima saludable y con una altitud de 700 metros a nivel del mar. Segun el plano, la nueva ciudad debÃa contar con todos los servicios básicos como; casas y calles pavimentadas, transporte, agua potable, electricidad, escuelas, iglesia, parque y jardines, clubes y hasta un banco de plaza.
Cientos de familias habÃan comenzado una aventura y otras la seguirÃan por donde fuere; ya no querÃan volver a las somnolientas ciudades de donde habÃan salido ahÃtos de ilusiones, ya no querÃan volver a Concepción, Horqueta, Loreto, Belén, San Pedro, Villa del Rosario, Bella Vista.
Y ese caudal humano, pleno de energÃa como todos los grupos migrantes, insuflo una nueva vida a Pedro Juan Caballero, ciudad que desde entonces, experimento un sensible aumento de la población, de actividades comerciales, de industrias y explotaciones agrÃcolas.
A fines de la década del 60’ ya podÃa notarse los primeros cambios en la fisionomÃa Pedrojuanina.
Todo parecÃa sonreÃr, llegaban maquinarias y aparatos necesarios para el cultivo y cuidado de los cafetales. Se celebraban contratos que estipulaban la manera y e tiempo en que los cultivadores de café quedarÃan como propietarios de los terrenos que explotaban; se establecieron las administraciones, las fiscalÃas, se concedieron de las grandes explotaciones de almacenes y todo parecÃa normal, cuando que, con todo ello, se estaba dando formas necesarias para los negociados.Â
Las heladas jugaron su parte negativa
En invierno de 1958, la CAFE ya habÃa plantado miles de hectáreas de cafetos y todo iba muy bien hasta que llego una de las heladas más largas de la época, aproximadamente 15 dÃas de heladas que destruyeron casi con toda la plantación de café que se tenÃa proyectado cosechar.
En el ejercicio del año, la empresa ya cerró en estado de quiebra, y al año siguiente los acontecimientos se precipitaron. De Mr. Johnson la mayorÃa guardan un buen recuerdo. Si alguna culpa tuvo fue la de emprender una tarea cuyos manejos y tejemanejes desconocÃa – cosa rara en un Yankee -. Sin embargo, no todos quedaron tan desposeÃdos como él; muchos se alzaron por vÃas de compensación – legal aparentemente -, con la que restaba y podÃa servir.
El juicio sobre muchas reputaciones tendrÃa que ser modificado si se pudiera tener acceso a la documentación real sobre el fin. Lo cierto es que inesperadamente vino la quiebra. Hay quienes afirman que para los verdaderos interesados (que nunca vinieron al Paraguay), la tal quiebra no existió; otros aseguran lo contrario.
Fuente: #estampasÂ
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#Alejo Mendieta