La situación se desencadenó cuando uno de los jugadores del CRE fue expulsado por el árbitro, lo que llevó a otros estudiantes a involucrarse en la disputa. La atmósfera se tornó tensa y, a pesar de los esfuerzos de los profesores y padres para mediar en el conflicto, la intervención de la Policía Nacional resultó ser inadecuada y excesiva. En lugar de calmar la situación, los agentes de policía agredieron a los estudiantes que ya se retiraban del estadio, empujando a uno de ellos contra la pared.
Esta reacción por parte de las fuerzas del orden es altamente preocupante. La función de la policía es resguardar la seguridad de los ciudadanos, especialmente de los jóvenes en un entorno escolar y deportivo. Sin embargo, el uso desmedido de la fuerza plantea serias dudas sobre la capacitación y el protocolo de actuación de los agentes en situaciones de conflicto.
El incidente no solo evidencia una falta de profesionalismo en la respuesta policial, sino que también subraya la necesidad urgente de mejorar la formación de los agentes en el manejo de situaciones que involucran a menores. La violencia policial contra estudiantes no debe ser tolerada y requiere una evaluación crítica por parte de las autoridades correspondientes.
Es lamentable que un evento que debería ser una celebración del deporte y el compañerismo se haya visto empañado por un acto de agresión. La comunidad educativa y los padres de familia merecen respuestas y un compromiso para garantizar la seguridad de los jóvenes en futuras ediciones de los Juegos Escolares y Estudiantiles. La protección y el respeto hacia nuestros estudiantes deben ser las prioridades fundamentales de cualquier institución que se encargue de su bienestar y desarrollo.
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@danifiguesti