Y que nos merecemos? Fundamentalmente RESPETO. Respeto que se traduzca en que los políticos sepan que somos soberanos, que los políticos sepan que los elegimos NO PARA QUE NOS ROBEN y SI para administrar honestamente los recursos que deviene del propio pueblo. RESPETO NO CORRUPTEANDO, no sobrefacturando obras en las instituciones públicas. RESPETO al no practicar el ODIOSO NEPOTISMO que quita el lugar de quien merece, de los más preparados, de hombres sabios, con cocimientos, y por sobretodo, HONESTOS, esos puestos, esos lugares SON OCUPADOS POR GENTE CORRUPTA Y MEDIOCRE que son nombrados por DIGITACION DE LOS POLITICOS, es decir por amicismo, chonguismo o porque corruptean en sintonía con sus deseos (de los políticos y sus apaniaguados).
Ya tanto afanaron y hasta contaminaron a tal punto que hoy día LAS SOCIEDADES VEN A LA CORRUPCION COMO PARTE DE SU CULTURA. Una práctica común para los nombramientos en instituciones públicas, especialmente, es el de recurrir a contactos para asegurar un contrato realizar pagos de facilitación, dar obsequios tras la aprobación de un permiso), son normales e incluso positivas para el avance y desarrollo de la economía.
En nuestra sociedad la corrupción se asume como parte de la vida diaria y del desarrollo normal de las instituciones y empresas, produciéndose una amplia tolerancia social hacia una cultura de la ilegalidad generalizada o reducida a grupos sociales que consideran que “la ley no cuenta para ellos”; creencia, que termina formando parte de la cultura de una sociedad como la nuestra en la que se resta importancia al fenómeno.
La impunidad es una de las principales y más claras causas de corrupción. En Singapur castigan a corruptos con la pena de muerte y la confiscación de todos sus bienes. Singapur se ha tornado la cuarta potencia económica del mundo. El ordenamiento jurídico de un estado, como el nuestro, que no castigue severamente estas conductas, tal vez por complicidad, genera una sensación de impunidad y de favorecimiento de la cultura del “todo vale”, que favorece sin duda la proliferación más importante de corrupción Así mismo, la falta de revisión y actualización periódica de la legislación anticorrupción para adaptarse a nuevas exigencias y formas de corrupción, así como la falta de dotación de suficientes medios a los órganos encargados de la lucha contra la corrupción favorece que aparezcan estas prácticas. Esta revisión de leyes no se hace porque no conviene a los detentores del poder, pues todos están metidos, de una u otra forma, directa o indirectamente, con hechos y actos de corrupción.
La corrupción es prácticamente generalizada en nuestra sociedad y surge principalmente cuando la riqueza se encuentra desigualmente repartida y el poder se encuentra muy centralizado. La desigualdad social contribuye a la creciente pobreza y al aumento de la corrupción.
En casos en que los funcionarios públicos viven en el umbral de la pobreza y no reciben una remuneración suficiente, la opción de obtener sobornos les proporciona ingresos incluso superiores a sus propios salarios. En el sector privado, las empresas también recurren a estas prácticas ante la falta de controles y al ser el mecanismo imperante para poder acceder a estos mercados, ante la pasividad de los gobiernos que se muestran tolerantes con esas prácticas y carecen de políticas y legislación que las castigue..
En estrecha relación con lo anterior, la burocracia lenta e innecesaria, los procedimientos administrativos demasiado complejos, la falta de leyes de transparencia, así como el excesivo poder de discrecionalidad de los funcionarios públicos sin órganos supervisores de su actuación, favorece la aparición de múltiples signos de corrupción.
La ineficiencia de las administraciones públicas (o su colonización política) resulta una de las mayores causas de corrupción. Organismos públicos en los que los procedimientos de adjudicación y gestión de recursos públicos se producen de forma totalmente arbitraria, y que se produzcan contrataciones de personal sin la realización de pruebas selectivas adecuadas para asegurar la ética e imparcialidad de aquéllos en quienes va a recaer, precisamente, la gestión de importantes recursos económicos, son signos evidentes de un grave quebranto al interés general y posibilitan en mayor medida la corrupción en los entes públicos.
Resulta dudoso que posea fuertes valores éticos quien es capaz de cometer una conducta social y legalmente tan reprochable. Cuando existe sólida educación y valores éticos y morales sobre los efectos negativos de la corrupción y la necesidad de mantener una actitud de rechazo hacia ésta, es más difícil que surjan estos comportamientos en los individuos. Aunque existan leyes que la castigan, la necesidad de que las personas adopten una postura clara en contra de la corrupción y por pleno convencimiento es fundamental.
A los corruptos, que destruyen nuestra sociedad, solo se los vence con los votos consientes del pueblo trabajador, honesto, oprimido y estafado.
Por Prof. Osvaldo Paniagua