História : Emiliano R. Fernandez: El Homero de las trincheras paraguayas
08/08/2023 / História / Visitas: 67935
A 129 años del nacimiento del más popular de los poetas épicos paraguayos, Emiliano R. Fernández, lo recordamos reflexionando sobre el papel de la oralidad en la preservación de la memoria histórica y en la generación de una conciencia nacional.

Los íconos de la cultura popular superan a menudo el plano de la historia y se funden con la leyenda. Así, es frecuente que se conviertan en motivo de disputa entre poblaciones e incluso naciones que reivindican cada uno para sí el privilegio de haber engendrado a tal o cual genio.

En este sentido, Emiliano no fue la excepción, pues aún hoy su lugar de nacimiento es causa de controversia. No obstante, la versión que fue imponiéndose fue que nació en la compañía Yvysunú, Guarambaré, el 8 de agosto de 1894, aunque hay versiones que indican que nació en Curusú Isabel, Concepción.

De cualquier manera, nuestra intención no es aquí redundar en los ya consabidos datos biográficos, sino más bien reflexionar sobre el sentido de la práctica poética y valorar el legado de Emiliano en su justa dimensión como cultor de la palabra oral y cronista de hechos que vivió en carne propia.

Pero primero indaguemos someramente sobre qué es la poesía. Aunque en primera instancia su definición pueda remitirnos a conceptos esteticistas o románticos como la expresión de la belleza a través de la palabra o la puesta en arte de los sentimientos amorosos, podría afirmarse que la poesía nació ante el horror de la tragedia humana y ante la angustiosa sensación de vacuidad del hombre ante la inmensidad del mundo que lo rodea.

A los poemas cosmogónicos que intentan explicar el origen del mundo, sigue la poesía historiográfica que cuenta, aunque con fuerte influencia de la ficción, los orígenes de la sociedad y las guerras entre los primeros pueblos.

Homero, cuya vida también se entremezcla con la leyenda, es considerado el primer poeta de Occidente y a quien son atribuidos los cantos épicos “La Ilíada” y “La Odisea”, que narran el último año de la guerra de Troya, el primero, y la vuelta de Odiseo tras la contienda, el segundo. Por tanto, poesía e historia estuvieron íntimamente ligadas en sus orígenes hasta que esta última logra formarse como disciplina independiente, algo que no sería posible si no hasta la creación de la escritura. Al mismo tiempo, la poesía se libera de la obligación de contar la “verdad” y pasa a ser en sí misma su propio objetivo.

Estatua homenaje a Emiliano en Nanawa.

EL MECANISMO DE LA ORALIDAD

Antes de ser escrita, la poesía era transmitida de manera oral de generación en generación, por lo que con frecuencia se ha planteado el problema de la fidelidad de su conservación a través del tiempo a consecuencia de los olvidos, omisiones y otras distorsiones.

Ante este problema, el filólogo Milman Parry y el profesor de literatura eslava Albert Lord crearon la teoría oral-formularia, que plantea que los cantos orales no se conservaron mediante la memorización textual, sino a partir de la retención de patrones de las estructuras básicas del relato (fórmulas) de tal suerte que, si bien se pueden presentar variaciones en la literalidad a lo largo del tiempo, el sentido general de la historia se mantiene. Los patrones rítmicos, pues, cumplen una función mnemotécnica al fijarlas en la memoria de los cantores, quienes iban trasmitiendo a través de las generaciones la historia de sus pueblos. El ritmo del canto –en sus constancias y variaciones tonales– cumple un papel que excede el mero goce estético. Es decir, las melodías y ritmos son herramientas para fijar en la memoria los hechos, por lo que la función musical está estrechamente relacionada a la salvaguarda de los saberes de los pueblos.

HEREDERO DE UNA TRADICIÓN

Para Parry, Homero no sería más que un compilador muy posterior que dio unidad a una vasta tradición oral de diversos dialectos que lo precedió y que se mantuvo relativamente inalterable a través del tiempo gracias al mecanismo de la oralidad que ya hemos mencionado. En efecto, se ha llegado a dudar de la existencia histórica de Homero o que este haya vivido en el tiempo en que se dice que vivió, el siglo VIII antes de nuestra era, puesto que la escritura en Grecia se desarrollaría en tiempos posteriores.

Sin embargo, en defensa de la hipótesis unitaria, que atribuye “La Ilíada” a un autor único, el poeta y crítico literario norteamericano Adam Kirsch alega que es posible apreciar una estructura formal constante en el poema, constituido por hexámetros dactílicos, es decir, cada línea está conformada por versos de seis grupos de sílabas, una larga seguida de dos breves.

Además de ello, apunta al empleo permanente de descripciones fijas aplicadas a personas o cosas a las que se recurre de manera constante: “Hera de brazos blancos”, “Aquiles de pies veloces”, “mar oscuro como el vino”, “Héctor el del tremolante casco”, etc.

Por PAULO CÉSAR LÓPEZ

paulo.lopez@nacionmedia.com

 


 

 

 

 


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