Este caso fue juzgado por un Tribunal de Sentencia compuesto por tres juezas, y se concluyó que la víctima no solo sobrevivió, sino que también tuvo que someterse a varias cirugías para tratar sus graves lesiones. La fiscala del caso, Reinalda Palacios Jara, destacó la seriedad de la situación y la falta de remordimientos en el acusado, quien demostró durante el proceso su habilidad en el manejo de cuchillos, un hecho particularmente preocupante dada su ocupación como carnicero.
Más alarmante aún, Cantaluppi ya tenía un historial criminal significativo, habiendo sido anteriormente condenado por el asesinato de sus dos hijas adolescentes en 2002. Este patrón de violencia resalta la necesidad de una evaluación integral de los antecedentes delictivos en el contexto de la justicia penal, especialmente en casos de violencia doméstica.
La sentencia de 15 años de cárcel más 5 años de medida de seguridad impuesta al carnicero busca no solo sancionar el acto violento cometido contra su sobrino, sino también proteger a la sociedad de un individuo con antecedentes tan graves. Este caso pone de relieve la importancia de abordar dinámicas familiares tóxicas y la necesidad de políticas que prevengan la recurrencia de la violencia en el ámbito doméstico.
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