Las arenosas calles de Pedro Juan Caballero, se hacían sentir siempre con su fiel compañero diario, el viento norte. Así como la neblina, es parte del paisaje de rutina en la capital del Amambay. El nervioso viento norte, estaba presente en todas las postales de la ciudad. Hoy ya no se lo siente, pues el asfalto, ya no le deja al viento, haga de las suyas.
Cuando la roja polvareda bajaba su intensidad, aparecían como fantasmas, los caballos que estiraban un extraño carrito, de dos ruedas de goma, y rayos coloridos como una gran rueda de bicicleta, y techito de carpa negra, adornado con tres soportes. Que mantenían el techo, abierto como un paraguas y con ventana trasera, transparente. Le llamábamos “Charreta” (Sulkys), que eran los Uber de los años 60 y 70. El que me viene a la memoria era en especial, el que buscaba a sus pasajeros habituales del aeropuerto, de lejos se notaba que llegaron los empresarios de “La Esperancita”, de Asunción, era fácil saberlo pues, se prendía el ojo del caballito, la Charreta, venía con un lado hundido. El Pasajero enorme, pulcramente vestido, con camisa Korrigan y corbata, recorría en la folclórica Charreta, las calles de la vieja Pedro Juan Caballero.
Por Victor Valdez