História : Un corresponsal colombiano en la guerra del Chaco
08/07/2024 / História / Visitas: 10634
Resumen del estudio introductorio realizado por el historiador y diplomático Ricardo Scavone Yegros al libro “Por el Paraguay heroico”, del padre Alfonso Zawadzky, que forma parte de la Colección Guerra del Chaco de la editorial Arandubook. Por Ricardo Scavone Yegros Fotos: Gentileza

Desde el estallido de la guerra del Chaco entre Paraguay y Bolivia a mediados de 1932, el Gobierno de Colombia adoptó una posición de neutralidad frente al conflicto y se sumó, con determinación y buena voluntad, a los esfuerzos desplegados para detener las hostilidades. Buscó proceder con la mayor imparcialidad con base en los vínculos amistosos que le ligaban con cada uno de los dos beligerantes.

La prensa colombiana mantuvo asimismo la ecuanimidad, aunque expresando su condena al recurso de la guerra.

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Fuera de la imparcialidad que en general observaron los periódicos colombianos durante la guerra, a fines de 1934 un corresponsal del diario Relator de Cali llegó hasta el Paraguay, se trasladó al Chaco y se pronunció enfática e inequívocamente en favor de los paraguayos.

Fue el sacerdote caleño Alfonso Zawadzky (1886-1964), escritor de temas históricos, literarios y de divulgación religiosa, orador y periodista, que se desempeñó como capellán del ejército colombiano durante el conflicto de Leticia con el Perú.

 

Tiempo antes, el obispo de Cali le había separado de la parroquia de Sevilla por críticas que formulara a través de la prensa contra funcionarios y vecinos del lugar.

El padre Zawadzky viajó en setiembre de 1934 a Buenos Aires para participar del Congreso Eucarístico que tuvo lugar en dicha ciudad en el mes de octubre. Llevaba a ese evento la representación de la arquidiócesis de Cartagena de Indias y de la diócesis de Santa Rosa de Osos; y actuó también como corresponsal de Relator, remitiendo crónicas del viaje y de las actividades del Congreso Eucarístico. Relator era un importante diario del occidente colombiano, vocero liberal en el Valle del Cauca, fundado y dirigido por sus hermanos, Jorge y Hernando Zawadzky.

VIAJE AL PARAGUAY

De Buenos Aires, Alfonso Zawadzky decidió seguir viaje hacia el Paraguay, en donde contaba con la amistad del ministro plenipotenciario de Argentina, Rodolfo Freyre, que antes había representado a su país en Colombia. Llegó en los primeros días de noviembre de 1934 y se presentó como redactor del Relator en visita para “recoger impresiones sobre la guerra del Chaco”.

En Asunción, dictó dos conferencias en el Teatro Nacional, el 13 y el 16 de noviembre; la primera en beneficio de la Cruz Roja Paraguaya y la segunda, de la Comisión Propatria María Auxiliadora. Habló de la solidaridad americana y la posición de Colombia en el continente, exponiendo “los ideales de Bolívar y la conveniencia de una confederación económica del sur”.

El 19 de noviembre disertó sobre periodismo moderno en el Ateneo Paraguayo. Para el cónsul honorario colombiano en Asunción, Agustín Carrizosa, las conferencias contribuyeron, además, para acrecentar “la extraordinaria simpatía” del Paraguay hacia Colombia.

Al conocerse la gran victoria de las armas paraguayas en El Carmen, y la consiguiente caída del fortín Ballivián, a mediados de noviembre el sacerdote se sumó a una manifestación popular que recorrió las calles de la capital y, “a pedido del público”, ocupó el micrófono de Radio Prieto, elogiando con “frases cálidas” la acción de las fuerzas triunfantes. En conocimiento de las noticias transmitidas por él sobre el particular, la dirección de Relator le envió desde Cali un telegrama pidiéndole que ofreciera al presidente Eusebio Ayala y a la prensa asuncena las congratulaciones de ese periódico “por los triunfos paraguayos”.

CRÓNICAS

Partió luego el padre Zawadzky al Chaco, anunciando que se proponía ofrecer sus servicios “sea como capellán de las tropas paraguayas o como simple ciudadano”, “para ofrendar su sangre al servicio de la causa paraguaya”. Nada de eso ocurrió, pero el sacerdote colombiano se internó en el territorio chaqueño y envió una serie de crónicas que se publicaron en el Relator de Cali durante diciembre de 1934.

En la primera de ellas, comentó su viaje en tren de Buenos Aires a Asunción, destacando que en el trayecto por territorio paraguayo le tocó presenciar el embarque de los movilizados en los diversos pueblos por donde pasaba el ferrocarril. Apuntó al respecto: “Conocí cómo el Paraguay es un pueblo paciente, magnánimo y hecho para homéricas hazañas. Salían las familias, muchas vestidas de luto, a despedir a los soldados. Las mujeres en los campos labran la tierra, manejan los arados y mandan a sus hijos y hermanos y maridos a la guerra con gran ánimo”. Agregaba lo siguiente: “Toda la vía fue para mí un camino de luz, un canto hondo a la bandera, una lección sonora y objetiva de amor a la patria”.

Después se ocupó de la vida en Asunción: la contribución de todos para sostener el esfuerzo bélico, la tregua dispuesta por los partidos políticos en sus disidencias, la fortaleza espiritual de los enfermos y heridos que se recuperaban en los hospitales, la enorme cantidad de armas tomadas a los bolivianos y la actuación solidaria de las madrinas de guerra.

Narró igualmente el viaje al Chaco, que hizo en compañía del sacerdote italiano residente en Argentina Honorato Améndola de Tebaldi, periodista como él. Se trasladó en barco hasta Puerto Casado, de ahí en autovía al kilómetro 160 y después en camión al cuartel general de López de Filippis, siguiendo un largo trayecto por caminos de tierra.

HORRORES DE LA GUERRA

Las crónicas remitidas por el padre Zawadzky al Relator de Cali, ilustradas con fotografías que él mismo tomaba con una pequeña Continental portátil, exponían los horrores de la guerra y los rigores del Chaco: el calor de cuarenta y dos grados, la polvareda, la sed, la sobriedad de la alimentación, los heridos y mutilados. “Mis ojos solo vieron la escena dolorosa de los campos de la muerte”, consignó con elocuencia. Confirmó, además, el buen trato que los paraguayos brindaban a los prisioneros de guerra y dedicó una crónica especial a la misa que celebró en una concentración de prisioneros bolivianos.

Fotografía en la que aparecen, entre otros, el padre Alfonso Zawadzky (tercero de la derecha) publicada en el libro “La tragedia del Chaco Boreal” (1935), escrito por el otro cura que aparece en la imagen, el italiano Onorato Améndola de Tebaldi
Fotografía en la que aparecen, entre otros, el padre Alfonso Zawadzky (tercero de la derecha) publicada en el libro “La tragedia del Chaco Boreal” (1935), escrito por el otro cura que aparece en la imagen, el italiano Onorato Améndola de Tebaldi

Al retornar a Puerto Casado, el principal punto de ingreso al Chaco sobre el río Paraguay, pudo entrevistarse con el general José Félix Estigarribia, que coincidentemente había llegado hasta allí casi al mismo tiempo que él. Le recibió primero la esposa del comandante paraguayo, la señora Julia Miranda, quien le contó que cuando vivían en París solía leer una revista francesa en que aparecían artículos sobre Colombia y que con tal motivo le insistía a su marido en que debían visitar ese país, “porque los paraguayos tenemos a Colombia por nuestra segunda patria”, acotando que “debe ser un país encantador Colombia y, según leía, ha progresado muchísimo durante los últimos años”.

Apareció luego el general Estigarribia y la señora les dejó para que conversaran. Escribió el sacerdote colombiano sobre él: “No es militar tieso ni ceremonioso. Quien no lo supiera podría creer que no es él el jefe que ha dado a la bandera paraguaya días de gloria y soles de epopeya. Discreto en su decir, habla con suavidad y llaneza”.

El entrevistado fue, naturalmente, muy cauto, pero dejó una impresión positiva al corresponsal colombiano: “El general Estigarribia –apuntó al concluir su crónica– es la promesa de la patria y al tratarlo deja la sensación profunda del hombre que vale por su inteligencia y por su corazón noble y magnánimo. La mayor y mejor garantía que tiene Bolivia en los prisioneros que le tiene el Paraguay es la persona del general Estigarribia”.

El último artículo remitido por el padre Zawadzky fue una síntesis de lo que había observado en su breve pero intenso periplo chaqueño. Reconociendo las contradicciones entre las propagandas de ambos contendientes, recomendaba mirar el mapa y observar el avance paraguayo desde 1932 “y el desplazamiento boliviano que ha verificado el empuje incontenible de ese avance”.

Tras desmentir de nuevo, de acuerdo con lo que pudo constatar personalmente, las acusaciones de malos tratos a los prisioneros de guerra formuladas contra el Paraguay, indicaba que el Ejército paraguayo había recuperado noventa mil kilómetros cuadrados de superficie, tomado ciento treinta fortines y puestos bolivianos, y capturado una enorme cantidad de armas, municiones y otros materiales.

VERDAD Y FIRMEZA

A principios de diciembre, Alfonso Zawadzky partió de Asunción hacia Buenos Aires. En el despacho transmitido a Relator para comunicar tal novedad, expresaba que su viaje había permitido al diario “ser el abanderado de una causa de justicia”, ya que el Paraguay debía ser defendido, “sobre las costas del mar Pacífico”, “con verdad y firmeza”. Emitió además, entre otros, los siguientes juicios: “Nadie puede creer, al pisar la tierra paraguaya, que el país está en guerra. País valeroso, es lógicamente sereno y reflexivo”. “Pero más admirable e impresionante a la vez es la paciencia de este pueblo de héroes. Mucha es la gente que viste de luto y, sin embargo, todos los rostros se iluminan de alegría al hablar de la defensa de la patria. Es un pueblo callado y sencillo”.

Los despachos y las crónicas del padre Zawadzky acercaron a muchos lectores de Colombia la realidad de la guerra que se libraba en el Chaco y de la energía que desplegaban los paraguayos en defensa de su causa. Además, las actividades solidarias que cumplió, con entusiasmo y sin reservas, contribuyeron a reafirmar las simpatías existentes en el Paraguay hacia los colombianos.

Las crónicas de Alfonso Zawadzky compiladas bajo el título general de “Por el Paraguay heroico”, así como los despachos cablegráficos relativos a su permanencia en el Paraguay y que constituyen en conjunto un valioso testimonio con respecto a la guerra del Chaco, fueron tomadas en su totalidad del diario Relator de Cali y se reproducen en el orden en que aparecieron, con la mayor fidelidad.

Asimismo, se inserta un reportaje realizado al padre Zawadzky acerca de su experiencia en territorio chaqueño, que se publicó en el diario El Comercio de Lima y, como apéndice, cuatro artículos del escritor colombiano Luis Eduardo Nieto Caballero (1888-1957), columnista connotado de El Tiempo de Bogotá, quien asentó con su admirable pluma la imagen que se tenía en Colombia sobre el conflicto bélico, sobre el Paraguay, sobre sus conductores y sobre su ejército.

Al margen del valor intrínseco de todos estos textos como testimonios y opiniones de contemporáneos con relación a tan lamentable acontecimiento de la historia americana, ellos son demostrativos también de la perenne simpatía y afecto que se fue forjando en el curso de los años entre el Paraguay y Colombia, y que, trascendiendo los gobiernos y la diplomacia, consiguió imponerse en ambos pueblos para consolidar una firme y constructiva afinidad internacional.

Fuente: La Nación 


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