El cierre de la frontera con el Brasil cortó el poco oxígeno que recibían los comerciantes. Fue como un golpe de gracia a la alicaída actividad comercial.
La situación actual del Amambay es muy preocupante porque en la zona están las grandes plantaciones de marihuana de América Latina, además de ser el corredor de la cocaína proveniente de Bolivia, Colombia y Perú.
La crisis comercial de los últimos tres años y la paralización total de las actividades comerciales como medida sanitaria para mitigar la propagación del coronavirus arruinó a los comerciantes de frontera. Sin embargo, el narcotráfico goza de muy buena salud y hasta parecería que la pandemia le vino “como anillo al dedo” porque el negocio jamás se paralizó. Incluso, el aislamiento parece que ayudó a traficar más toneladas de marihuana y cocaína hacia el mercado brasileño, según las instituciones de lucha contra el narcotráfico del vecino país.
De acuerdo con los reportes, durante el cierre fronterizo se realizaron las mayores incautaciones de drogas de la historia del Brasil. Solo en el mes de agosto, más de cincuenta toneladas de marihuana paraguaya fueron decomisadas por los agentes brasileños en las cercanías de la frontera con nuestro país.
Estas toneladas de drogas por “arte de magia” traspasaron una frontera cerrada, alambrada y custodiada por efectivos militares en el lado paraguayo.
La corrupción de nuestras instituciones de control y lucha contra el narcotráfico en esta frontera es elocuente. Ni alambradas logran detener las actividades de los narcos que pululan más que nunca por las ciudades fronterizas.
El diagnóstico del Amambay más que nunca es certero, con miles de desocupados y necesidades acuciantes. A esto se suma un Estado ausente y corrupto que puede ser el caldo de cultivo para que miles de jóvenes caigan en las redes del tráfico de drogas con la promesa de dinero fácil y rápido.
Oremos para que una bendita vacuna aparezca antes que el Amambay sucumba por completo en los brazos del narcotráfico.
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