A lo largo de la historia del deporte en el Paraguay, la fundación de clubes ha sido un pilar fundamental no solo en la promoción del fútbol, sino también en la construcción de la identidad nacional y comunitaria.
Aunque la falta de un libro de actas original de la fundación del club Sportivo 2 de Mayo que nos ocupa limita la posibilidad de acceder a detalles precisos, la transcripción publicada en una revista local con ocasión de la Copa América 1995, en la que Paraguay fue el país anfitrión en el Monumental Albiceleste, nos ofrece un vistazo significativo a sus inicios. Este estadio, conocido hoy en día como "Río Parapiti", un nombre que evoca la rica historia de nuestro país, fue testigo del nacimiento de una institución que marcaría el rumbo del deporte regional.
En la mencionada transcripción, uno de los aspectos más destacables es la fecha de la primera reunión, que tuvo lugar el 5 de enero de 1936. Este evento fue protagonizado por un grupo de jóvenes dirigentes, la mayoría de los cuales eran excombatientes de la Guerra del Chaco. Este contexto no es menor, pues marca la impronta de un momento crucial en la historia de Paraguay. La lucha por la defensa de la patria generó una fuerte conexión entre estos hombres y su deseo de contribuir a la construcción de una sociedad más unida y esperanzadora a través del deporte en nuestra frontera.
La reunión, más allá de ser un mero encuentro, representó un hito en la organización y formalización del club. Las resoluciones tomadas abarcaron aspectos críticos como la aprobación de un estatuto general y la fijación de los distintivos del club, que incluyen elementos significativos como el pendón, la insignia y un estandarte pequeño, todos ellos adornados con bicolor blanca y azul.
¡La Tricolor!
El club Sportivo 2 de Mayo, emblemática institución del fútbol paraguayo, guarda en su historia un capítulo fascinante que se remonta a sus primeros días en la ciudad de Pedro Juan Caballero.
Esta historia fue compartida por don Regino Pérez, un respetado poblador y conocedor de los acontecimientos relevantes que marcaron la vida de la comunidad.
Don Regino tuvo el privilegio de conocer a Lorenzo Sosa, un ex combatiente de la Guerra del Chaco y uno de ex jugadors del club y fundador del club. Sosa, conocido en medio del conflicto bélico como Aguara’í, que en uno de los versos de Emiliano R. Fernandez lo llamó como “Patrullero Mita’i”, ya que en la Guerra del Chacho el se desempeñaba como chofer de los camiones ford AA de 1932. Sosa es recordado no solo por su valentía en la contienda, sino también por su contribución al fútbol local. A través de su amistad con Kapí Villalba, otro ícono del deporte Pedrojuanino,
Sosa vivia sobre la calle Carlos A. Lopez casi Carlos Dominguez, al lado mismo de lo que hoy es Banco Atlas, en una pequeña casa de madera donde Regino Perez frecuentaba abitualmente. La relación de don Regino con Sosa se gestó en su juventud, en visitas frecuentes a su hogar, donde la cercanía se consolidó gracias a la conexión laboral que Sosa tenía con su padre. En uno de esos encuentros, Sosa evocó los momentos en que recibió la visita del célebre poeta Emiliano R. Fernández, que durante su estancia, se dedicaba a crear versos y prosas. Este detalle revela no solo el ambiente artístico de la época, sino también la interacción entre diferentes formas de expresión cultural de la época de nuestra frontera.
Perez cuenta que esa época Fernandez se pasaba haciendo versos y prosas y en una de esas creo un poema a una una señorita nombre Isailda Marquez, que a pedido del futuro esposo, Carlos Rojas, el poeta andariego Emiliano R Fernandez escribio los versos de Gratitud y que ahora lo escuchamos en una dulce polka paraguaya.
Un episodio significativo ocurrió durante una de las pausas en su ritual del tereré, cuando Sosa reveló un viejo maletín de cuero que fue de Emiliano y que contenía escritos, poemas y una medalla con la denominación “Medalla de la Defensa del Chaco”. La medalla, adornada con cintas tricolores, y que serviría como fuente de inspiración para la creación de la camiseta tricolor del Sportivo 2 de Mayo. Sosa sujetó la medalla y la paso a Perez para que lo mirara, Sosa le dijo…”Con esta medalla que sostenes se inspiró los colores de la camiseta del club 2 de Mayo”.
Según le comentó Lorenzo Sosa en ese momento, la primera camiseta fue tricolor, con cuello rojo, franjas verticales azul y blanca de 4 cm de ancho y pantalon blanco. Le narró cómo esos colores representaban la valentía y el sacrificio de quienes lucharon por la patria.
La primera camiseta del club, considerada un símbolo de identidad, presentaba un diseño tricolor: un cuello rojo y bandas verticales azules y blancas, todo complementado con pantalones blancos. Este atuendo no solo marcó el inicio de una historia deportiva, sino que también representó la amalgama de la lucha y la esperanza, elementos inseparables del Pedrojuanino, que es la tricolor.
El color albiceleste, caracterizado por la combinación del blanco y el celeste, ha coexistido con la rica historia del Club Sportivo 2 de Mayo desde su fundación en 1935. Este distintivo color no es meramente un símbolo visual; es un testimonio de las raíces y la cultura de la comunidad que rodea al club, así como una manifestación del lazo emocional que los primeros dirigentes sostuvieron como su identidad deportiva. Existen dos versiones acerca del origen de esta “paleta de pintor” que ha llegado a representar tanto a la institución como a la localidad.
La primera versión señala que la elección de los colores albicelestes fue influenciada por la presencia de ciudadanos uruguayos que se asentaron en Pedro Juan Caballero durante la década de 1930. Entre ellos se encontraba un ferviente admirador de la selección uruguaya, el Sr. Frnacisco Rodriguez, que al asumir la presidencia del club Sportivo 2 de Mayo, decidió que el equipo debía vestirse con los colores celestes de su país natal. Este acto no solo evocó la pasión del dirigente por el fútbol, sino que también ayudó a cimentar una conexión con la identidad deportiva uruguaya. Esa misma familia fueron los que donaron el primer estadio del Club 2 de Mayo, el Panchito Rodriguez, ubicado sobre las calles Natalicio Talavera, entre Gral. Díaz, Curupayty y Tte. Herreros.
La segunda versión, no menos relevante, sostiene que los fundadores del Club Adolfo Riquelme, que pertenecía a la Liga Concepcionera de Fútbol, obsequiaron un juego de uniformes albicelestes, colores del club concepcionero en mención, al recién formado equipo Sportivo 2 de Mayo. Esta acción de camaradería refiere a que varios dirigentes del Adolfo Riquelme tambien fueron fundadores del Club Sportivo 2 d eMayo.
Carlos Santander, nieto de Ángel Ramírez, uno de los primeros presidentes del club, aporta un testimonio personal que enriquece esta narrativa. Con sus 61 años, recuerda haber crecido en el entorno del 2 de Mayo, evocando la historia viva del club. Su familia ha estado intrínsecamente ligada al deporte, con varios miembros en posiciones de liderazgo. Es interesante notar que, según Santander, los colores del club siempre han sido principalmente el celeste y el blanco, destacando que la percepción del azul como un color predominante es una tendencia más reciente. Esta evolución en la interpretación de los colores refleja, en cierto sentido, la mutabilidad de la identidad en el deporte y la manera en que las tradiciones pueden adaptarse con el tiempo.
El color albiceleste del Club Sportivo 2 de Mayo no es solo un distintivo visual, sino que es un emblema cargado de historia, identidad y pasión. Las diversas versiones del origen de estos colores subrayan la rica herencia cultural de la región y la historia del club, mientras que las reflexiones de figuras clave, como Carlos Santander, ofrecen una perspectiva personal y emotiva que profundiza el significado de esta paleta. En esencia, el albiceleste no solo representa una camiseta, sino también una comunidad unida por su amor al fútbol y a sus raíces.
La música "Blanco y azul": ¿un plagio?
La historia de la música popular está repleta de relatos sobre influencias, adaptaciones y, en ocasiones, apropiaciones indebidas. Uno de los casos que ha generado controversia y debate en el ámbito musical es el del canto futbolístico conocido como "Blanco y azul". Este tema, profundamente arraigado en la cultura de los hinchas del club 2 de Mayo, parece estar marcado por un origen que invita a la reflexión sobre la propiedad creativa y la ética en la música.
Según relatos de exjugadores que, con más de ocho décadas de vida, han sido testigos de la evolución del fenómeno, la historia se remonta a los años 60, cuando un personaje proveniente del sur del país se estableció en la ciudad. Este individuo, simpatizante de un club de Misiones que lucía los colores blanco y azul, comenzó a asistir a los partidos con entusiasmo desbordante. Cada domingo, este ferviente hincha se apostaba frente al estadio Panchito Rodríguez, botella de caña en mano, y a voz en cuello entonaba cánticos que resonaban en los corazones de los aficionados, una de ellas fue “Blanco y Azul, blanco y azul, son los colores que ostentan nuestro club, igual no hay, igual no hay, en la republica heroica del Paraguay…”
El mismo hincha se hizo conocido por la repetida interpretación de una marcha que celebraba los colores de su club, la cual se extendió entre los seguidores del 2 de Mayo. Es ahí donde entra en escena la figura de la profesora Haidee de Castaing, quien, al percibir la popularidad de la primera estrofa de este canto, decidió transformarla y expandir su mensaje. La profesora, con su capacidad creativa, agregó letras que darían vida a lo que hoy se conoce como la canción "Blanco y azul", cuya versión cantante fue popularizada por el recordado cantante Julio César del Paraguay.
Sin embargo, la cuestión de si esto constituye un plagio o una simple adaptación es un tema complejo que merece un análisis más profundo. El término "plagio" generalmente se refiere a la apropiación no autorizada de trabajos creativos ajenos, mientras que una adaptación puede ser entendida como un homenaje o una recontextualización de una obra existente. En este caso, el canto original tenía un carácter más local y personal, ligado a un hincha específico, mientras que la interpretación de Haidee y la posterior grabación por parte de Julio César del Paraguay tomaron ese sentimiento de pertenencia y lo transformaron en un éxito masivo.
Es importante considerar que, en la cultura del fútbol, los cánticos y marchas son frecuentemente reinterpretados y adaptados por los aficionados, creando un espacio donde la creatividad colectiva se manifiesta. Este fenómeno, si bien puede causar dudas sobre la originalidad, también refleja la esencia misma del folclore popular, en el que la comunidad se apropia de las tradiciones y les otorga nueva vida.
La controversia alrededor de "Blanco y azul" nos invita a cuestionar no solo la propiedad intelectual en la música, sino también el papel de la inspiración y la tradición en la creación artística. La historia detrás de esta canción, con su fusión de culto deportivo y desarrollo musical, simboliza un cruce de caminos donde la comunidad y la individualidad coexisten, lo que sugiere que, en última instancia, la música es, por esencia, un fenómeno colectivo en el que todos pueden dejar su huella.
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Lic. Daniel Figueredo