Desde el anuncio de su postulación en 2024, el gobierno de Santiago Peña cometió una serie de fallos estratégicos que debilitaron sus posibilidades. Uno de los principales fue la falta de una base de apoyo regional sólida. En la recta final, Brasil, Colombia, Bolivia, Chile y Uruguay se unieron en torno al candidato de Surinam, Albert Ramdin, mientras que Paraguay quedó sin los votos necesarios.
Uno de los mayores errores, según O Globo, fue la apuesta por un supuesto respaldo del expresidente estadounidense Donald Trump, un apoyo que nunca se materializó. Además, Paraguay subestimó la unidad de los países caribeños, que vieron en Ramdin la oportunidad histórica de colocar a uno de los suyos al mando de la OEA.
Las visitas de Ramírez Lezcano a Estados Unidos no lograron revertir la situación. Mientras el candidato paraguayo buscaba reuniones con congresistas republicanos y aliados de Trump, su rival fortalecía alianzas con embajadores de distintos países, asegurando los votos clave para la elección.
Otro golpe para Paraguay fue la decisión del Departamento de Estado de EE.UU. de reducir ayudas a programas de derechos humanos y seguridad en países gobernados por líderes de derecha y extrema derecha. Según O Globo, esta medida generó incomodidad en algunos gobiernos que podrían haber respaldado a Paraguay, pero que finalmente se inclinaron por Ramdin.
En los pasillos de la OEA, la percepción general fue que Paraguay habría tenido más posibilidades si su candidato hubiera representado una postura regional en lugar de alinearse con Trump. Fuentes diplomáticas citadas por O Globo señalaron que Ramírez Lezcano fue visto como una versión más débil del actual secretario general, Luis Almagro, lo que terminó perjudicando su campaña.
El error estratégico más grave del gobierno paraguayo, según el diario brasileño, fue dar por hecho que el respaldo de Trump garantizaría la victoria, sin considerar la influencia del bloque caribeño. Con 14 de los 18 votos necesarios, los países del Caribe consolidaron su poder y aseguraron la elección de su candidato.
El fracaso en la OEA representa un duro revés para la diplomacia de Santiago Peña, que ahora enfrenta el reto de reconstruir sus relaciones internacionales y replantear su estrategia en la arena global.